La cantidad de basura que acaba en los océanos del mundo y daña la salud de los
ecosistemas, mata a animales y pone en peligro la salud humana. La única
solución pasa por la prevención de residuos y la mejora de la gestión de los
residuos en la tierra, para que no acaben convirtiéndose en basuras marinas. Los
océanos cubren aproximadamente el 70 % de la superficie de nuestro planeta, y
existe basura marina prácticamente en todos ellos. La basura marina, y en particular
los plásticos, suponen una amenaza no solo para la salud de nuestros
mares y costas, sino también para nuestra economía y nuestras comunidades. Por
ejemplo, en Canarias ya sufrimos altos niveles de contaminación por microplásticos
en nuestras playas.
La mayoría de esta basura es fruto de
actividades terrestres. ¿Cómo podemos detener el flujo de basura en nuestros
mares? El lugar más adecuado para empezar a abordar este problema marino
mundial es la tierra. Como nos decía May Gómez en la entrevista que realizamos
en #LaUniversidadFluye: “Cada
bolsa de plástico y cada botella que dejemos de usar cuenta”.
Las basuras marinas son un desafío global
intersectorial que no reconoce fronteras geográficas o políticas. A pesar
de la creciente preocupación a nivel social y de la incipiente actuación de los
organismos gestores nacionales e internacionales, las basuras marinas y
sus impactos ecológicos y socioeconómicos suponen hoy día una grave
amenaza para el medio marino y costero y para los medios de vida humanos.
Afectan a hábitats, especies y ecosistemas; a la salud humana y la seguridad; y
a sectores económicos tales como la pesca, el turismo y la navegación,
convirtiéndose en uno de los mayores problemas de contaminación a nivel mundial
de la época actual. Su persistencia en la naturaleza puede conducir
a riesgos serios para el ser humano y la fauna salvaje, produciendo
cambios en los ecosistemas, exposición a sustancias químicas, y a efectos
letales y subletales debido a su ingestión, así como al atrapamiento por parte
de la fauna marina.
Se encuentran presentes a lo largo y ancho del planeta,
estimándose que cada año entran en los océanos entre 6,4 y 8 millones de
toneladas; y aunque existen diversos tipos, se trata en su mayoría de
plásticos. Hoy en día es difícil encontrar un producto que no contenga
plástico, desde los forros polares hasta el material quirúrgico. Sobre todo, y
representando un 40 % de la demanda de este material, vivimos rodeadas de
múltiples formas de envases y embalajes de plástico. Y es que, aunque existen diversas fuentes de
procedencia (transporte marítimo, sector de la pesca, turismo,
náutica, etc.), las basuras marinas se componen eminentemente de nuestros
residuos terrestres. Así todo, una vez entran en el medio marino, se
distribuyen por todas las cuencas hasta llegar a sitios tan lejanos de sus
fuentes de procedencia como los polos o los fondos oceánicos, tendiendo a
acumularse en las zonas de giros oceánicos y zonas de menor energía
hidrodinámica.
A medida que pasa el tiempo y bajo el efecto de la
radiación solar y otros procesos químicos, físicos y biológicos, los plásticos
pierden resistencia y se fragmentan en partículas sin sufrir necesariamente una
alteración de su composición química. Es entonces cuando hablamos de microplásticos:
pequeños fragmentos de plástico, por lo general de menos de 5 mm. Las
interacciones que se producen entre estos materiales en el medio marino son
diversas y complejas. Los efectos más conocidos son los de las basuras marinas
“grandes”, los macroplásticos, asociándose generalmente a animales muertos,
debilitados o varados por consecuencias relacionadas con enmallamientos y
atrapamientos, sofocación, o ingestión.
Pero el
abanico de impactos es mucho más amplio y variado, habiendo
algunos menos intuitivos a simple vista pero igualmente importantes. La
persistencia de los plásticos en la naturaleza puede conducir a riesgos serios
para el ser humano y la fauna salvaje, incluyendo la exposición a sustancias
químicas, que bien están presentes en la composición de estos plásticos o bien
han sido adsorbidos en ellos en el medio marino. Además, pueden facilitar la
propagación de especies invasoras, siendo éste último un problema especialmente
amenazante para las regiones polares, como el ecosistema del Ártico, que a su
vez es una de las áreas del planeta que más rápido se está calentando. En
definitiva, la degradación de los ecosistemas debido a la abundancia de
basuras marinas y microplásticos es evidente e innegable.
El viaje de las
basuras marinas nunca acaba.
La basura del mar se compone de materiales sólidos
manufacturados o procesados (por ejemplo, plástico, vidrio, metal y madera)
que, de un modo u otro, acaban en el medio marino.
Cada año, aproximadamente 10 millones de toneladas de
basura van a parar a los mares y océanos del mundo. Los plásticos, y en
particular los residuos de envases de plástico, como las botellas de bebidas y
las bolsas desechables, son el tipo de basura más habitual en el medio marino,
con diferencia. Pero la lista es interminable: redes dañadas, cuerdas,
toallitas higiénicas, tampones, bastoncillos de algodón, preservativos,
colillas, encendedores desechables, etc.
La producción en masa de plásticos se inició en la
década de 1950 y ha aumentado exponencialmente de 1,5 millones de toneladas al
año hasta su nivel actual de 280 millones de toneladas anuales. Cerca de un
tercio de la producción actual está integrado por envases desechables que se
desechan al cabo de un año más o menos.
Microplásticos en
la cadena alimentaria.
A diferencia de la materia orgánica, el plástico
no «desaparece» nunca en la naturaleza y se acumula en el medio ambiente, y en
particular en los océanos. La luz solar, el agua salada y las olas
desintegran los plásticos en fragmentos cada vez más pequeños. Un pañal
desechable o una botella de plástico pueden tardar quinientos años en
desintegrarse en fragmentos microscópicos. Pero no todos los microplásticos son
resultado del proceso de desintegración. Algunos de nuestros productos de
consumo, como la pasta de dientes, los cosméticos y los productos de aseo
personal, ya contienen microplásticos.
Las corrientes oceánicas, junto con los vientos y la
rotación de la Tierra, reúnen estos fragmentos, algunos de los cuales miden tan
solo micras (la millonésima parte de un metro), y crean grandes manchas en unas
zonas denominadas «giros». Dependiendo del tamaño de los fragmentos, pueden
aparecer como una especie de «sopa de plástico» transparente. Estos giros son
fluidos y cambian de tamaño y forma. Se estima que el giro más grande y
más estudiado, el giro del Pacífico Norte, ha arrastrado 3,5 millones de
toneladas de basura, lo que afecta a una superficie que se calcula que es el
doble de la de los Estados Unidos. En nuestros océanos, incluido el
Atlántico, existen otros cinco grandes torbellinos donde también se acumulan
residuos.
Algunos fragmentos pueden llegar a la orilla mezclados
con arena, hasta en las zonas más remotas del mundo. Otros fragmentos
acaban formando parte de la cadena alimentaria.
De dónde procede
la basura marina.
Según algunas estimaciones, cerca del 80 % de la
basura que se encuentra en el medio ambiente marino procede de actividades
terrestres. La fuente de la basura marina no se limita necesariamente a
las actividades humanas a lo largo del litoral. Incluso cuando se deposita en
tierra, los ríos, las inundaciones y el viento transportan la basura al mar.
Las actividades pesqueras, el transporte marítimo, las instalaciones marinas,
como las plataformas petrolíferas, y el sistema de alcantarillado se encargan
del resto.
¿Qué son las
basuras marinas como combatirlas?
Las basuras marinas no es sólo un problema estético,
sino que además de producir un importante impacto socioeconómico, amenaza la
salud humana y la seguridad, y presenta efectos negativos sobre los organismos
marinos y los hábitats. Te enseñamos lo que son y cómo puedes combatirlas.
¿Qué son las
basuras marinas?
Son residuos sólidos elaborados por el hombre que, por
diferentes causas, acaban abandonados en ambientes marinos o costeros.
Datos a tener en
cuenta sobre el impacto de las basuras marinas.
Las basuras marinas son un problema global tan
importante como el cambio climático, la acidificación oceánica y la pérdida de
biodiversidad.
10 millones de toneladas de basuras llegan anualmente
a mares y océanos, predominando los
residuos de plástico.
El 20% de las basuras marinas es resultado de
actividades en el mar tales como pesca y transporte marítimo.
Más de 1 millón de aves marinos y 100.000 mamíferos
marinos y tortugas mueren cada año por enredo o ingestión de basuras marinas.
El 80% de las basuras marinas tienen su origen en
tierra. Los residuos abandonados son arrastrados por el viento y la lluvia
aunque vivas a muchos kilómetros tierra adentro. Lo que arrojamos por el WC puede
acabar en el mar formando parte de las basuras marinas.
¿Cuál es la
solución?
Lo principal es prevenir que ocurra y no solo en
limpiar. Los costes de limpiar las playas y océanos los asumimos todos y no se
podrán dedicar a otras necesidades.
¿Qué puedes hacer
tú en tu día a día?
·
Piensa
globalmente, actúa localmente y asume tu responsabilidad. Nuestro
comportamiento es fundamental para prevenir el problema de las basuras marinas.
·
Consume de manera
responsable. Infórmate y decide
·
Deposita los
productos higiénicos en la papelera, nunca en el WC. Los bastoncillos,
toallitas, compresas y similares causan daños y averías en la red de
saneamiento pueden acabar en el mar, casusando graves problemas ambientales y
colmatando las redes de los pescadores.
·
Si te gusta
pescar, sé cuidadoso con tus aparejos. Si caen al mar, los animales marinos
pueden quedar atrapados entre cabos y sedales o ingerir anzuelos.
·
Aplica en tus
hábitos de consumo la regla de las 3R -reduce, reutiliza y recicla- y estarás
contribuyendo a minimizar las basuras marinas, que en muchas ocasiones tienen
su origen en tu domicilio.
·
Disfruta de la
naturaleza con responsabilidad. No abandones tus colillas, envoltorios o
cualquier otro residuo en la playa, los ríos o en el mar. Ten siempre previsto
el lugar donde vas a depositarlos.
·
Cuando navegues,
no tires residuos al agua. Recógeles y al regresa a puerto deposítalos donde
corresponda.
·
Puedes recoger
algún residuo que encuentres en tus paseos por la costa o unirte a las campañas
locales de limpieza.
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